martes, 13 de abril de 2010

armadura de Dios




El libro de Efesios 6:12, nos muestra que nuestra lucha no es el campo material sino en el espiritual.
Cuando el Apóstol Pablo, dirigido por el Espíritu Santo habla de la Armadura de Dios, nos aconseja, diciendo:“Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.” Efesios 6:11. En este versículo podemos destacar dos palabras: “firmes” y “asechanzas”, ¿cuántas son las personas que no se mantuvieron firmes en la Presencia de Dios justamente porque cayeron en las trampas del diablo?
Que son muchas! Por eso la palabra “asechanzas” se encuentra en plural, pero hoy, vamos a conocer la que consideramos una de las más peligrosas: La ansiedad, pues esta ha destruido la personalidad de mucha gente y también a numerosas familias. Se caracteriza por un deseo de realización acelerado, manifestando impaciencia y aflicción.
Normalmente es generadora de las dudas, llevando a la persona a tener actitudes precipitadas, tales como: casarse con la persona equivocada, querer un ascenso sin estar preparado o hacer una mala negociación. Muchos terminan culpando a Dios por sus errores. Pero escrito está: “Los pensamientos del diligente ciertamente tienden a la abundancia; Mas todo el que se apresura alocadamente, de cierto va a la pobreza.” Proverbios 21:5
Ahora, ¿cómo vencer la ansiedad? Creo que solamente puede ser vencida cuando confiamos en Dios. ¿Cómo confiar en alguien que no conocemos?
Un niño se encontraba solo en la sala de espera de un aeropuerto, atento para embarcar su vuelo. Llegado el momento de embarque, el niño fue colocado al frente de la fila de los pasajeros para entrar al avión y tomar su asiento antes de que los adultos entrasen.
El niño se comportó de manera simpática cuando entablaban alguna conversación con él, en seguida, comenzó a aprovechar su tiempo coloreando su libro, sin demostrar ansiedad o preocupación en el vuelo, mientras se preparaban para el despegue.
Durante el viaje, el avión entró en una fuerte turbulencia que hizo que éste se balanceara como si fuera una pluma en el viento. Las turbulencias y las sacudidas bruscas del avión asustaron a algunos de los pasajeros, pero el niño parecía encarar todo con la mayor naturalidad.
Una de las pasajeras que estaba sentada del otro lado del pasillo, estaba preocupada por él y le preguntó:
- ¿No tienes miedo?
- No, señora. Respondió él, levantando rápidamente sus ojos del libro que estaba coloreando, le picó el ojo a la señora y dijo: ¡Mi padre es el piloto!
“Vosotros, pues, no os preocupéis por lo que habéis de comer, ni por lo que habéis de beber, ni estéis en ansiosa inquietud. Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas. Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas. No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino.” Lucas 12:29:32

Obispo Paulo Roberto



        ¿En dónde busca su felicidad?


Construir la casa de sus sueños, establecer una empresa de alcance internacional, encontrar al amor de su vida, reconstruir a su familia, sanar de graves enfermedades, son ejemplos de bendiciones que han alcanzado, por fe, varios de los asistentes a la Iglesia Universal.

Dios no sólo pretende complacer nuestras necesidades, sino darnos mucho más. No obstante, hay gente que, erróneamente, sólo se enfoca en satisfacer los ámbitos visibles (amor, dinero, salud), creyendo que esa es la clave de la felicidad.

Por supuesto que debe luchar por tener cosas buenas, el propio Dios quiere ayudarle a conseguirlas, pero ¿de qué serviría eso si por dentro usted estuviera vacío, si fuese débil y su carácter en lugar de traerle beneficios, le perjudica? ¡De nada! El inicio de la felicidad está en recibir, del propio Dios, un nuevo corazón y una nueva mente. Es decir, volver a nacer espiritualmente.

Como su nombre lo indica, el nuevo nacimiento espiritual nos convierte en nuevas personas, aptas para tener al Espíritu de Dios viviendo en nosotros y así gozar de paz, vigor, alegría permanente, sabiduría, entre otras bondades, para estar plenos. Y lo principal: nos da el privilegio de pasar la eternidad al lado de Dios, salvando nuestra alma de sufrimientos interminables.

A través de su fe, acérquese a Dios y pídale que le haga nacer de nuevo. No considere esto como una opción, sino como algo indispensable. Exprésele a Dios cuánto desea sentirse pleno(a). Él no le rechazará, si usted es sincero(a), Él le hará una nueva persona, alguien feliz de verdad.

Obispo Paulo Roberto