jueves, 25 de febrero de 2010

Homoseksualidat


He leído todos los comentarios de este blog. Los que están a favor y los que están en contra. No me sorprendo cuando las personas que son locas a la verdadera fe cristiana nos critican. ¿Si lo hicieron con Jesús, no lo harán con Sus siervos? Pero lo que me deja perplejo es el gran grado de insensatez entre aquellos que usan textos bíblicos para condenar a los homosexuales. ¿Será que la Biblia corona jueces? ¿Será que por ser discípulos de Jesús somos automáticamente elevados a la condición de perfectos al punto de juzgar y condenar a los homosexuales, por ejemplo?

Infelizmente, uno de los factores que más ha impedido a las personas de conocer al Salvador y entender el mensaje del Evangelio es justamente la prepotencia de muchos miembros de iglesias, que se juzgan creyentes y seguidores de la Palabra, y que son capaces de extender la mano para apuntar, criticar o agredir al prójimo, pero nunca como una señal de amo, un gesto de respeto al ser humano.

La persona prejuiciosa tiende a partir del principio de que ella misma es el modelo ideal de ser humano, condenando a la exclusión social a todos los que aparentemente son diferentes a ella. Un “cristiano” que practique cualquier acto de rechazo contra otra persona es una paradoja. Él no sólo excluye a su prójimo socialmente, sino que le saca la posibilidad de conocer la compasión Divina; lo excluye de alcanzar la salvación.

La única forma de presentar el amor de Dios, principalmente en hacia aquellos que son excluidos, es materializando este sentimiento en gestos verdaderos de atención, respeto, solidaridad e inclusión. Sólo así estaremos practicando su orden: “Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso” (Lucas 6:36).

La misma Biblia que condena la homosexualidad, condena cualquier otro tipo de pecado, pero el Señor Jesús acoge a todos, sin distinción. Si condenásemos a los homosexuales, entonces nos tendremos que condenar a nosotros mismo. Pues, ¿quién está libre de pecados? ¿Cuál es la diferencia entre pecadito y pecadote? Dios no hace esa distinción.

La imagen que las personas venden de sí mismas pueden hasta convencer a otras personas sobre la santidad que se pretende aparentar, pero Dios percibe lo que está en su interior y eso no hay cosa que lo disfrace.

Jamás voy a defender la homosexualidad, pero siempre tendré fe para ayudar a homosexuales cuanto heterosexuales que estén dispuestos a poner sus dolores, sufrimientos y debilidades a los pies de Aquel que quiere salvarlos. Sólo no tengo fe para soportar hipócritas.

Para los creyentes cabeza duras recomiendo meditar:

“Dios nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica” (2 Corintios 3:6)

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